Opinión ante los cacerolazos contra la clase política argentina

La respuesta ante un par de cacerolas que NO SONARON cuando desmantelaron el Ministerio de Salud, que se callaron cuando llenaron los bolsillos de ricos y empresarios, que no hicieron ruido cuando la que no les entró en los bolsillos la fugaron toda, que hicieron oídos sordos cuando endeudaron al país cómo nunca antes en la historia, que se escondieron cuando se cagaron en los más pobres, que no aparecieron cuando vaciaron de contenido la política y el rol del Estado… es una respuesta que para mí, solo se hace eco de la denostación de la política y de lo público.

Soy abogada egresada de la universidad pública y mi vocación por lo público y la política no me dejan aunque sea mejor y “políticamente correcto” decir que sí, que bajándole los sueldos a los funcionarios del Estado que hoy están al frente de batalla junto a la salud pública para enfrentar esta pandemia, es la mejor salida.

Porque para mí no lo es. Y me banco el sin fin de agresiones sin fundamentos que pueden venir por decirlo, pero realmente estoy convencida que estamos pasando un momento donde millones de argentinos que saben mirar más allá de su ombligo, por primera vez empiezan a valorar el rol del Estado y de la política como fundamentales para que un país salga adelante en momentos difíciles como este.

Estoy convencida que hay que dar una discusión en torno a la reforma del sector público y la planta política del Estado, pero hay que darla enserio si realmente queremos equidad. Discutamos igualdad de oportunidades, discutamos méritos, discutamos transparencia, pero no denostemos la política frente a la presión de un sector que nunca la valoró como herramienta de transformación social.

Estoy convencida que hay que recortar el sector público, perfeccionarlo y transparentarlo, pero no como respuesta a intereses que van mucho más allá de eso y solo ven una tajada en un momento de extrema crisis para volver atentar contra la política.