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Plasma: El debate de una solidaridad impostada

OPINIÓN — (Por Walter Anido – Especial para La Verdad Mercedes)

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Por estos días existen diferentes municipios que analizan el dictado de Ordenanzas o normas que eximan del pago de tasas a aquellas personas que habiendo tenido COVID 19 positivo, donen plasma para la ayuda de otros pacientes que lo estén padeciendo o cursando la enfermedad. En Argentina se están llevando adelante ensayos clínicos tendientes a demostrar la eficacia del plasma con relación a la generación de anticuerpos para combatir el coronavirus.

La donación de plasma, como la donación de sangre, debe ser un acto solidario, desinteresado, que no busque nada a cambio ni mucho menos pueda trocarse por beneficios. La solidaridad es desinteresada. Sin embargo se viven momentos tan difíciles donde el intento de forzar acciones de ayuda al prójimo pone en peligro o hace caminar por la cornisa esa concepción. En nuestro país, como en buena parte del mundo, reclamamos a menudo vivir en una sociedad, más justa, más igualitaria. Y durante esta pandemia, y cuando ella no existía, han existido muestras de solidaridad verdaderas, reales, no generadas desde el interés. Mercedes lo sabe. Podemos citar en estos últimos meses acciones como la impulsada por la Sociedad Rural Regional, el Colegio de Magistrados, particulares, entidades intermedias, que de una u otra forma acercaron su ayuda al Hospital o al municipio.

Para satisfacer las necesidades del conjunto, sin esperar que haya más que un reconocimiento moral a sus acciones o ni siquiera eso. En efecto no se le ocurriría a ninguno de los protagonistas de estos gestos solidarios reclamar tener una atención privilegiada en el centro asistencial en caso de convertirse en pacientes. Lejos uno entiende que están esas acciones de tal imaginación. Entonces porque pensar que quienes donen plasma en esta contingencia pueden ser objeto de una eximición de tasas como se propone en distritos como en la ciudad de La Plata, Luján o Morón. Bajo esa premisa podríamos propiciar convertir en eximidos a quienes se sumaron a convocatorias para atender call centers, para cocinar en un comedor comunitario o para seleccionar alimentos que deben embolsarse para los sectores más vulnerables.

Quienes acudieron a esos llamados lo hicieron pensando sencillamente que era una obligación moral, un gesto de buen ciudadano, cooperar en tan difícil trance. Su pequeño aporte, ese granito de arena, termina siendo fundamental para sobrellevar las dificultades que nos imponen los tiempos actuales. Ahí radica tal vez la diferencia, en dar sin esperar recibir nada a cambio. La solidaridad no es una mercancía, en un hermoso gesto que muestran las personas de bien. Tal vez también sea un error de aquellos que lo proponen porque un ciudadano ¿debe aceptar que se lo exima del pago de sus tasas por ser solidario? En pocas palabras, no estaría generando una ayuda sincera.

Por más difícil que nos haya puesto las cosas el Coronavirus resulta inconveniente que las acciones solidarias tengan “premio” por anticipado. O sea, soy solidario a cambio de… Quizás esos distritos logren mejores resultados que otros en cuanto a la donación de plasma y no estaría mal analizarlo en una línea de tiempo, pero quedará claro que no se tratará de comunidades más solidarias sino será producto de incentivos que terminaron por modificar el noble ranking de la solidaridad.

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