La encrucijada de los oficialismos locales

El oficialismo tiene unos 60 días para intentar modificar el escenario que dejaron las elecciones primarias. El impacto de las urnas se hizo sentir y abrió heridas internas que se van buscando solucionar con algunas modificaciones de nombres en los gabinetes y nuevas medidas especialmente en lo económico. No hay demasiado tiempo, mucho menos para titubeos.

No vamos a ocuparnos de analizar o escribir demasiado sobre lo acontecido en el plano nacional (cosa que se ha hecho ya en demasía), pero si hablaremos de lo ocurrido en provincia con el intento de nuevos rumbos, pues tiene relación directa con el trabajo territorial para intentar tener un noviembre algo menos adverso. Quedó claro que en términos electorales en territorio bonaerense los inconvenientes vinieron de arriba hacia abajo. Es decir, el malestar por la situación económica y los errores políticos, devoraron cualquier esfuerzo territorial. No es menos cierto que una legislativa se convierte en campo fértil para esa caracterización del voto.

Por ello los cambios que generó el Gobernador Axel Kicillof apuntan a recuperarse desde abajo. Las reuniones con los Intendentes de las dos secciones electorales más importantes, como son la primera y la tercera, han dejado esa enseñanza. Intentar crecer en los distritos para empujar un mejor comicio. No es casual que se haya convocado para la renovación del equipo provincial a dos intendentes que tuvieron tal vez de los mejores resultados en el conurbano. Leonardo Nardini de Malvinas Argentinas al lugar que ocupaba el conocido Agustín Simone y Martín Insaurralde de Lomas de Zamora por Carlos Bianco. Ninguno de los reemplazados son responsables directos del revés electoral, pero tampoco ninguno de ellos tiene volumen político y eso es lo que debe haber imaginado el oficialismo.

Sin embargo no es solo una cuestión de nombres, puesto que en el plano nacional hubo apuestas de esta naturaleza que no cambiaron los esquemas. Veamos el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat de Alberto Fernández donde hace ya tiempo siguieron ese camino. La salida de María Eugenia Bielsa significó la llegada de Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Santiago Maggiotti (Navarro). Una fórmula similar aunque en una nueva etapa y otro desafío por delante. Pero ni Avellaneda ni la vecina Navarro pudieron evitar el aluvión a pesar de la convocatoria de sus alcaldes a funciones de mayor responsabilidad. No parece ser solo una cuestión de nombres, sino más bien de rumbos políticos. De igual manera se renueva el intento.

A propósito de los empujes desde abajo, es cierto que Mercedes no podrá aportarle demasiado en caudal de votos para que el amperímetro se mueva. Sin embargo desde el oficialismo local interpretaron que solo con una buena gestión no alcanza. Quienes entienden de estos temas, saben que tampoco existen demasiadas libertades para jugar una liga local sin pensar en las ligas superiores. Pues no se trata de un vecinalismo, sino de un frente político donde las estrategias son más generales que focalizadas. Por ello los Intendentes oficialistas deben esperar las recomendaciones pertinentes para el diseño de las estrategias. Cualquier despegue que pueda producirse lleva consigo el riesgo de ser señalado, cosa que la mayoría de los dirigentes no están dispuestos a aceptar ni mucho menos las cúpulas.

Dicho en términos más entendibles, ninguno puede intentar salvar la ropa de su pequeña geografía en detrimento de mapas más amplios. O si aún no lo interpreta con claridad, no es políticamente correcto que se pida el voto local sin que importen los otros cuerpos de una lista. Por lo tanto los distritos se encuentran en una encrucijada si no hay permisos concretos, puesto que a la hora de las mediciones también se miran las diferencias de los niveles electorales. Será difícil que se acepte de modo “on” este aspecto, más bien queda siempre en “off” como parte de las discusiones y determinaciones de las llamadas mesas chicas. Mercedes, como otros tantos municipios, está en esa diatriba y no queda demasiado tiempo como para no resolverla. Los números de septiembre ya hablaron, en menos de dos meses hablaran los números de noviembre.