ALICIA PIORNO: “Volver a Mercedes era volver a casa”

MERCEDINOS POR EL MUNDO POR FERNANDO PACHIANI

La crianza en Mercedes
“Me crié en Mercedes- dice Alicia, aunque nací en Buenos Aires, solamente por una cuestión de médicos – aclara -, me crié en Mercedes en calle 30 entre 29 y 31. Tuve una hermosa infancia, adolescencia y juventud. Fui al Colegio Misericordia, que me quedaba en la misma manzana y por lo tanto me levantaba diez minutos antes que sonara el timbre. Eso fue fantástico, iba dormida por la 29 al colegio – se ríe-. Fui a Misericordia desde el jardín hasta la secundaria. Tengo unos recuerdos preciosos de Mercedes, de los amigos, de la libertad con las que nos manejábamos, y del deporte sobre todo al vóley de Misericordia. Era alta y tenía fuerza. Recuerdo con mucho cariño a la profesora Dorita Mayor, quien debe haber dicho: “esta es para mí”. Luego estuve jugando un tiempo en Ateneo de la Juventud. Con el vóley ganamos el regional y fuimos al provincial de Mar del Plata. ¡Una experiencia inolvidable! Y de más chica jugué también al tenis en el club Mercedes, pero después dejé.

Imaginate que mis compañeras, con muchas de ellas fuimos desde el jardín hasta quinto año, por lo tanto, compartimos una vida, con sus familias y eso te marca mucho en la vida. Soy de la promoción 84. Tenemos un grupo de WhatsApp que es fantástico, a partir del cual se generó todo un reencuentro. Nos habíamos encontrado en alguna oportunidad pero la conformación del grupo ha sido muy buena. Lo lindo que tiene esta época de la vida es que te das vuelta y ves cosas muy lindas que pasaron. Como digo yo: “Hay mucho por rememorar y celebrar porque pasó”. ¡Suba al colectivo!

La década del 90 fue fantástica en cuanto a música y la moda – recuerda Alicia-. Nuestras salidas eran a La Recova, y a Los Bajos siendo ya un poco más grandes. Si tenías algún novio y te hacías más la seria ibas a Gastón, y después al Club Del Progreso, donde íbamos a bailar. Luego surgió El Gallo, que duró poco, pero mis salidas eran esas. Mi primera salida con mis amigas era La Recova. Como era la más alta, era la primera en entrar – confiesa -.Durante una de estas salidas yo tuve una experiencia con el tema documentos. Fue en Oykos bailable de la calle 25 y 22, creo que estando ya en democracia, pero de repente se cortó la música, se prendieron las luces y entró la policía a pedir documentos y yo no los tenía. Así que me sacaron del boliche y me subieron al colectivo de Cosi que estaba esperando en la puerta, sobre la calle 22 y de ahí en colectivo, todos los que no teníamos documentos encima a la comisaría de calle 37. Creo que fue de los últimos controles que se realizaron, y así terminamos varios en la comisaría, a donde, obvio, después de unas horas fue mi mamá a rescatarme.

Educación física o veterinaria
“Toda la vida dije que iba a estudiar educación física, pero en el último año del secundario mi orientación cambió y me fui a estudiar Veterinaria a la UBA. Fue otra etapa de la vida muy linda. Muchas de mis amigas estaban allí en Buenos Aires y por lo tanto nos veíamos mucho. Fui de la primera camada del Ciclo Básico, 1985, así que fue mucha gente a la universidad. Hoy me doy cuenta que lo que me hizo cambiar de opinión e inclinarme por veterinaria fue mi relación con el campo. Siempre fue fuerte, por temas familiares siempre estábamos ligados al campo y a mí siempre me gustaba mucho ese tema. Siempre digo lo mismo: entré a la facultad por eso y dentro de ella descubrí una vocación y una orientación absolutamente diferente que fue la clínica y cirugía de pequeños animales que me encantó, que la descubrí durante la carrera y nada que ver con lo que era el campo. Probé el hecho de ir a hacer prácticas al campo y me sigue gustando esa vida, pero no como para vivir de eso; porque el veterinario de campo tiene otro esfuerzo, otra idiosincrasia, yo igualmente ya estaba de novia con el que es hoy mi marido y sabía que iba a andar viviendo de aquí para allá, y entendía que con la orientación del campo me iba a hacer un poco difícil ejercer la profesión, por lo cual decidí cambiar y optar por la clínica de pequeños animales. Durante la carrera universitaria éramos un poco de aquí y de allá en el sentido que estando en Buenos Aires volvíamos a Mercedes los fines de semana. Éramos parte del éxodo de mercedinos que nos íbamos de Mercedes el domingo a la noche en el rápido de las 20. En Once se veía toda la camada de nosotros. Terminábamos la semana y volvíamos en tren, porque en esa época se usaba mucho ese medio. Así que casi todos los fines de semana volvía a Mercedes y volver a Mercedes era volver a casa”.

La familia
“Yo me recibí y me case con Eduardo ( Martinet ) – cuenta Alicia – y de ahí me fui de Mercedes. Estuvimos algunos años en San Luis, luego regresé a Mercedes y tiempo después nos fuimos a San Martín de Los Andes y posteriormente a Bariloche, donde compramos la casa en la que vivimos hoy. Eduardo se fue de la Fuerza Aérea, ingresó a trabajar en el ámbito privado y estatal y ya nos quedamos acá. En mi caso armé el consultorio aquí en casa. Sigo con mi profesión, que me gusta cada vez más, la disfruto mucho. Y mi otro trabajo es ser administradora de una cabaña turística que tenemos acá en el predio. Eso también lleva su tiempo y dedicación en la atención de la gente. ¿Mercedes siempre presente? Yo siento que la pertenencia es Mercedes, porque es donde uno se crió. No sé si volvería a vivir porque hoy aquí en Bariloche estoy feliz. Es una ciudad que amo. La naturaleza, la Patagonia me parece un lugar al que considero mi lugar en el mundo, pero la pertenencia con Mercedes es diferente, cada vez que entro a la ciudad, fluyo porque soy de ahí. Y tengo mi familia que está en Mercedes, ahí vive mi suegra Matilde Tassara y también tengo familiares en 30 de Agosto, una localidad del partido de Trenque Lauquén, en ambas hay sobrinos, hermanas, cuñados, una familia realmente hermosa”- concluye.