Locales
Consejos para el Concejo
Por Walter Anido (Especial para La Verdad Mercedes)
Hace escasos días el presidente del bloque de Senadores de Juntos por el Cambio en la provincia de Buenos Aires, Roberto Costa, presentó un libro con una importante cantidad de seguidores de modo virtual y con algunas importantes figuras opositoras que acompañaron esta novedad editorial. Como dato informativo tuvieron ponencias al respecto María Eugenia Vidal, Gustavo Posse y Diego Santilli. Tuve la ocasión de ser parte de ese encuentro puesto que si bien tenía su sesgo partidario estaba también abierto a independientes o personas que quisieran anoticiarse de este trabajo.
Todos los oradores, e incluso el propio autor del libro discurrieron sobre la necesidad de aportar herramientas a quienes comienzan sus carreras políticas desde la banca de un concejo deliberante. Es decir, que en ese libro pueden encontrar muchas técnicas que le permitan ejercer el cargo público que legitima la población. Una especie de manual de procedimiento para quienes sin mayor experiencia parlamentaria se disponen a representar a la comunidad.
Una sana intención, una buena iniciativa, pero que evidencia que no son pocas las veces que en la política argentina se pone el carro delante de los caballos y está probado que de ese modo no funcionan las cosas o cuento menos revelan dificultades. No está escrito que para ser concejal hay que reunir más requisitos que los que exige la ley Orgánica de las Municipalidades, pero deben ser los propios partidos políticos los que complementen esos aspectos antes que el dirigente comience su mandato. Tal vez algunos ejemplos puedan servir para graficar esta cuestión, aunque puede que no sean los adecuados. Por ejemplo, cuando una empresa convoca a ocupar algún puesto de trabajo determina cuales son los requisitos para el ingreso. Es decir, si propone ocupar un lugar donde son necesarios conocimientos de técnico electromecánico, quien ingrese deberá contar con esa teoría para luego aplicarla en la práctica. Bien podría la empresa formar a su personal a tal efecto, pero lo hace para especializarlo, no para darle sus primeras oportunidades a riesgo de que ese postulante no sepa cómo proceder.
En la política el ejercicio de una concejalía por lo general se parece a este empleado que ingresa a la fábrica, sin tener demasiados conocimientos de cómo deberá desempeñarse. Deberá ir aprendiendo y seguramente lo conseguirá en buena parte de los casos. Pues se interesará si tiene esa intención, es conocer la Ley Orgánica de las Municipalidades, el Reglamento Interno del concejo deliberante, saber cuándo un proyecto debe ser de comunicación, de resolución o de ordenanza, o leer y tener conocimiento sobre el reglamento general de contabilidad, por mencionar algunas normativas que resultarán esenciales para su desempeño.
Volviendo al punto en donde van los caballos y donde el carro, bien podrían entonces los espacios políticos a invertir tiempo en preparar a sus futuros dirigentes. En gran parte de las actividades o cargos, o responsabilidades, la lógica indica que primero hay que prepararse, entrenar, capacitarse, adoptar conocimientos, para después aplicarlos a la función que desarrollen. Y este debate resulta oportuno y actual en función que en pocos días las alianzas o frentes electorales deben presentar a sus candidatos. Sería un interesante aporte a la calidad institucional que cuando esos dirigentes lleguen a la honorable oportunidad de representar a sus vecinos lo haga con esos conocimientos bajo el brazo. Es más razonable que proponer candidatos sin conocimiento de esas cuestiones para que después se vayan haciendo en el andar.
La formación y capacitación de dirigentes debería ocupar un espacio relevante en las estructuras partidarias. La formación política tiene algunas “golondrinas” de tanto en tanto, pero no una sana costumbre sostenida que permita mostrar a los mejores, a los más capacitados, a los más probos, antes que a aquellos que por su condición de buen vecino o la imagen positiva que arroja una encuesta, garantizar un mejor resultado en una jornada democrática electoral. No se contraponen ambas cuestiones. Si se trabaja en ese sentido podrían llegar a enorgullecerse de tener en sus listas a los buenos vecinos o con mejor imagen, con una preparación acorde que además jerarquicen aspectos institucionales.