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Los edificios también cuentan la historia

Por Walter Anido (Especial para La Verdad Mercedes)

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Durante esta pandemia hemos sufrido muchas vicisitudes, algunas de ellas irreparables. Por cuanto algún lector podrá restarle relevancia al cierre de un comercio. Claro, comparado con la pérdida de un ser querido que alguien haya tenido que bajar la persiana no representa más que otra oportunidad. Dicho en términos vulgares, es seguir en carrera, es tener nuevas oportunidades, las que otros tantos no tendrán. Pero eso no nos priva de escribir algunas reflexiones sobre el final de un comercio que para muchos, de esos que están y de los que ya no, representan parte de su vida.

Los pueblos, las ciudades, son un todo. Sus vecinos, sus barrios, sus comercios. Cuantos más años tengan esos emprendimientos comerciales más significado tendrán en una comunidad. El Cabildo bajó sus persianas, apagó sus luces, calló el ruido de la máquina de café, oscureció una esquina. Eso cuenta para quienes eran sus parroquianos, para quienes vivieron momentos felices en alguna de sus mesas, prestaron sus servicios laborales, fueron proveedores, o para su dueño que en medio de la cuestión sanitaria y las dificultades económicas, sucumbió.

Los mercedinos sabemos de esas cosas, especialmente aquellos a los que las nieves del tiempo platearon nuestra sien. Es inevitable caminar por calle 25 y no recordar emblemáticos comercios como Casa Boo, Grandes Tiendas La Marina, entre tantos otros. También del rubro gastronómico y hasta las discotecas o los boliches bailables. Porque no son solo nombres o marcas registradas, son parte de nuestra historia. Así se lamentó cuando cerró el bar Capurro, con idénticas sensaciones que las que nos invaden ahora con este final. Pero como todo fin, también hay un comienzo y es de la defensa del valor patrimonial de una propiedad privada que forma parte del casco histórico de la ciudad. Porque existe en Mercedes un registro único de bienes muebles, el RUM como lo llaman. A cada fachada se le asigna un rango de importancia para no enterrar el pasado. De acuerdo a lo expresado por un entendido en el tema, a cada una de esas propiedades tiene que acompañarla una ordenanza para garantizar su protección. Será tarea de los ediles determinar si la normativa existe o debe generarse, para que no pase que de la noche a la mañana, como ya ha sucedido, algunas de esas propiedades registradas queden resumidas a escombros.

Son pocos los que conocen la historia de esa esquina levantada antes del 1900. El turismo cultural también es parte del patrimonio de una comunidad y para ello la preservación de la historia es más que importante. Un edificio habla, cuenta el pasado, nos aporta información. De allí que sería oportuno garantizar esta protección más allá de los lógicos derechos que asisten a sus propietarios. Es cierto que ya no estará más el bar y confitería El Cabildo, como también resulta probable que allí no funcione un espacio gastronómico como lo hizo durante tantos años, pero cree uno importante que esa fachada pueda preservarse. No olvidemos que las corrientes arquitectónicas a veces se llevan parte de esa historia. Casi contemporáneamente a la edificación de esta esquina a la que estamos refiriendo, sobre la avenida 29 se había levantado un Cabildo, que un día desapareció para siempre. Por cuestiones del modernismo tal vez… para quedar tan solo en algunas imágenes que nos invitan a lamentar como pudieron derribar una obra semejante. Hay una frase que dice que los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo… Ojalá no sea este el caso.

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