Locales
Los médicos entre el hartazgo y la incomprensión
Por Walter Anido (Especial para La Verdad Mercedes)
Desde hace largos meses las autoridades vienen pidiendo a la ciudadanía que adopte conductas de cuidados tanto individuales como colectivos en este contexto de pandemia. Sin embargo, la llegada del buen clima fue marcando un relajamiento en buena parte de la comunidad que ahora se ve expresado en las estadísticas con un crecimiento de casos que vuelve a ponernos ante la imperiosa necesidad de adoptar medidas restrictivas. De hecho en nuestra ciudad ya se han tomado algunas de ellas, cuanto menos hasta el 10 de enero, a los efectos de buscar un resultado que descomprima la situación sanitaria que se está viviendo tanto en los centros de salud privados como públicos. No se descarta que haya otras aún más estrictas.
Nadie puede desconocer que a esta altura de los hechos debemos usar tapabocas, lavarnos las manos, mantener distancia, evitar reuniones masivas, proteger a nuestros mayores, entre tantas otras cuestiones que nos reportarán beneficios generales. Sin embargo no han sido pocos los que creyeron que la tormenta había pasado y que ya no era necesario andar saliendo con el “paraguas y el piloto”. No es menos cierto que todos, y cuando digo todos es todos, estamos cansados. No es casual que hace pocos días se conoció una encuesta de la consultora local Blanco, donde el porcentaje de conformidad con las medidas adoptadas por el gobierno descendió abruptamente entre marzo y diciembre. Posiblemente tenga más que ver con que seguimos en una situación sanitaria delicada plagada de incertidumbres que con el análisis de las propias medidas.
El humor social no es el mejor y también se refleja en las apreciaciones que surgen de este trabajo. Pero si todos estamos cansados y nos ha invadido la sensación de hartazgo, hay quienes deben seguramente estar mucho más cansados y abatidos en esta pelea contra el COVID. No jugaremos a una adivinanza porque sería muy fácil saber la respuesta. Es el personal de salud. Si, aquellos que desde el inicio de esta situación mundial han estado en la primera línea de batalla dando todo su esfuerzo para contener a los pacientes que sufrieron contagios y hasta conteniendo a los familiares de los que perdieron la vida. En más de una ocasión hemos visto médicos y enfermeros llorar por compañeros que fallecieron, quejarse hasta las lágrimas porque ese esfuerzo no tenía correlato en la comunidad. Entendían que mientras ellos dejaban el alma otros andaban por el mundo como si nada. Y ese hartazgo, que duele, erosiona y desgasta, quedó reflejado hace pocas horas en una solicitada de la Asociación Médica Mercedina, que con inusitada dureza exclama una mirada solidaria y un comportamiento social que se adecúe a los tiempos que atravesamos.
Hemos escuchado recomendaciones varias y en este escenario de rebrote muchas más, pero el mensaje que firma el presidente de esta entidad profesional tiene una fuerte carga “viral” que no deja margen para la incomprensión. Los médicos se hartaron. El Dr. Juan Carlos Elizalde hace notar que el interés que tenemos por los demás debemos demostrarlo con nuestros comportamientos, pero que hasta se conforma con una vaga idea del bien común. De inmediato deja en claro que muchos ciudadanos salen a buscar el virus y el personal de salud tiene luego que soportar que “les pateen las puertas de las guardias”. Lo define como algo intolerable y admite el buen comportamiento de algunos pero cuestiona con crudeza el de aquellos que están “sentados esperando con falta de compromiso solidaria con una comunidad a la que dicen pertenecer”.
Tras otras apreciaciones el Presidente de la Asociación Médica se pregunta en voz alta si alguien se movilizará por esta situación. Considerará en esa definición que tantas marchas se han convocado por distintas situaciones que le cuesta entender por qué la situación del personal de salud no genera ese compromiso en la comunidad. Ya no hay aplausos, más bien hay incomprensión. Los médicos decidieron sacudir la modorra, gritar en el silencio. Resulta extraño que nos tengan que decir que están cansados, que están abatidos y que no encuentran la comprensión de aquellos a los que tienen que cuidar que no somos otros que nosotros mismos. Se ha dicho que la pandemia había llegado para enseñarnos algunas cosas, aunque queda claro que muchos ni siquiera aprendimos la primera letra del abecedario.