Seguinos en

Locales

Mensaje de Mons. Agustín Radrizzani en la Iglesia Catedral Basílica Nuestra Señora de las Mercedes

Con la presencia del Intendente Dr. Ustarroz, autoridades municipales, delegaciones escolares e invitados, se celebró el Tedeum en la Basílica Catedral.-

Publicado

Sr. Intendente Municipal, Sra. Presidenta del Concejo Deliberante, Sres. Diputados, Sres. Concejales, Representantes del Poder Judicial, autoridades civiles y de las Fuerzas de Seguridad, alumnos y alumnas abanderados y escoltas que tiene el orgullo de representar a sus comunidades educativas, fieles todos, queridos hermanos y hermanas:

Sean bienvenidos a la Iglesia Catedral que hoy nos congrega nuevamente para celebrar juntos un nuevo aniversario de la Independencia Nacional. Conmemoramos el 9 de Julio y la valentía y sentido de una gesta patriótica que hasta el día de hoy sigue su derrotero. En este día, en 1816, se abrieron en Tucumán las puertas y el corazón para que una casa acunara nuestra historia como país.

Nos toca honrar a nuestros antepasados siendo buenos ciudadanos, obligados a romper las cadenas de la injusticia, del egoísmo, de la ambición desmedida y luchar por forjar un país más justo, sincero y solidario, trabajando por alcanzar nuestros ideales más nobles, conservando las tradiciones y costumbres y ser con mayúsculas una Nación libre e independiente. Sabemos que no es fácil, pero tampoco imposible. Sólo hay que modelar el mismo valor y el mismo ímpetu que tuvieron aquellos hombres que forjaron nuestra Nación. Para ayudarnos a lograr estos propósitos, quisiera que reflexionemos sobre tres puntos:

1)Ambiente de tristeza que nubla la búsqueda del bien común:

Podemos aseverar, sin temor a equivocarnos, que estamos transitando un ambiente social donde se comprueba la ausencia de valores, el empeño por vencer al adversario y el hastío de muchos hermanos hacia la política. Parece que las actuales alianzas, en todos los niveles públicos, se configuran más por intereses de sectores que por el anhelo del bien común.

Una vez más debemos decir con fuerza: EL BIEN COMÚN EN PRIMER LUGAR. Es alentador comprobar que un gran sector de las nuevas generaciones viven y trasmiten su pasión por la política. La participación y compromiso forman parte de su ADN. Ello nos regala una formidable oportunidad que no debemos dejar pasar. Es nuestro deber irrenunciable trasmitirles, no solo de palabra sino con nuestro obrar, el legado de un correcto ejercicio de la política, de los valores de verdad, servicio, honestidad y solidaridad.

2)Sentido de responsabilidad ciudadana:
Esta responsabilidad ciudadana debemos exigirla tanto para los dirigentes como en los que ejercemos el derecho a voto ¿Qué votamos? ¿Votamos Ideas? ¿Votamos Candidatos? ¿Votamos Intereses? Para responder estos cuestionamientos debemos primero haber hecho un importante ejercicio de nuestro compromiso social y ciudadano. Una reflexión profunda y meditada sobre la raíz ética de la democracia, la necesidad del otro que experimentamos en la convivencia que nos hace hermanos, la educación como cimiento del futuro, la importancia de los medios de comunicación social que deben trasmitir la verdad y no estar al servicio de intereses particulares. En suma, la diversidad de las propuestas políticas que, al fin, nos enriquecen.

Resulta fundamental para ello construir cada vez más PUENTES DE DIÁLOGO. Nuestro punto de partida debe consistir en experimentar el respeto y valoración de aquel que piensa distinto. En la medida que no podemos considerar al otro, que no acepamos su alteridad, no podremos dialogar. Luego será necesario construir el diálogo. No simplemente oír. Sino escuchar realmente lo que el otro tiene para decirme, deteniéndonos en aquellas enseñanzas que seguramente nos proporcionarán las diferencias y la alteridad. Somos diferentes y pensamos distintos en muchos temas ¿tratamos de entender por qué el otro piensa así? El diálogo sincero y leal siempre construye, nunca destruye.

3)De donde partir para trabajar en comunión:
La comunión hace posible una actitud permanente de servicio, sobre todo en el ejercicio del poder, que solo tiene sentido si está al servicio del mencionado bien común. Debemos seguir ante todo el primer llamado de Jesús a la conversión. Conversión de corazones. Convirtiendo nuestros corazones nos direccionamos hacia los valores de los que hablamos.

Sin embargo, no basta solo con ver la situación, ni siquiera con coincidir en las causas que nos han llevado hasta este punto. Debemos superar y proponer un camino juntos donde patentizar dicha conversión. Así como un cuerpo se conforma a partir de las células que en su acción correcta y coordinada lo van haciendo operativo, del mismo modo el correcto funcionamiento de la Nación exige la coordinación de acción de los ciudadanos. Debemos partir de lo más simple y evidente: basta con que cada uno haga bien lo que le corresponde a la propia función social. Que el docente enseñe, que la policía proteja, que el juez sea imparcial e independiente, que los trabajadores de la salud curen y cuiden a los enfermos y que cada quien cumpla su misión social con respeto por sí mismo y por los demás, haciendo de su servicio la oportunidad maravillosa de imitar a Cristo, que siendo Dios, se puso al servicio de todos nosotros como “el que sirve”.

Tratar de construir una fraternidad sin una referencia a la paternidad es imposible. Cuando hablamos de fraternidad cristina nos referimos inmediatamente al Dios Padre que nos dio vida y nos acompaña en el camino de Salvación. Cuando hacemos referencia a la fraternidad social, que no excluye la primera, miramos a la Patria, quien sin ser de nadie es de todos. Si no nos reconocemos hermanos dentro de una misma Patria, nuestro origen común nos engendrará una relación personal que nos lleve a reconocernos en el otro. Este origen común y el reconocer la dignidad del otro, nos proporcionan las bases sólidas y permanentes que nos permitan hacer más humana nuestra convivencia.

Por todo ello, y haciéndome eco de las conclusiones de la Semana Social que ha tenido lugar recientemente en la ciudad de Mar del Plata, quiero hoy convocarlos a caminar juntos. Los invito a trabajar con pasión por la Patria, a trabajar con pasión por la justicia y la equidad y trabajar con pasión por el encuentro y la paz de los argentinos.

Queridos hermanos y hermanas, la Santísima Virgen María es ejemplar modelo de entrega y sacrificio por el bien de los demás. Pidamos con fe su intercesión para que mire con amor maternal a este pueblo argentino que con filial devoción la tiene como Patrona, pidiéndole que aleje los odios y nos conduzca al don de la Paz. Que así sea.

Mons. Agustín Radrizzani, Arzobispo de Mercedes-Luján

Anuncio

Más Leidas

La Verdad Mercedes | Dirección Calle 22, Nº 745, 6600 Mercedes, Bs. As. Argentina | Tel: 54-236-4633465 / 4633610 © 2023 Registro de Propiedad Intelectual Nº 06971444
Edición Nº 2183 Director:​ Cdor. Fernando Gastón Ratto | Propietario:​ Arzobispado de Mercedes-Luján