Locales
Nuevos nombres, ¿la misma receta política?
Por Walter Anido (Especial para La Verdad Mercedes)
Proveniente de la medicina, un candidato que no encuentra detractores, que simboliza o garantiza la unidad de algunos sectores enfrentados y ha tenido una participación política anterior que no ha mostrado demasiadas estridencias. ¿De quién estamos hablando? Del neurólogo que pretende ser la carta fuerte de la Unión Cívica Radical en la provincia de Buenos Aires para las próximas elecciones legislativas.
Manes además generó un espacio de espera hasta confirmar su intención de participar en una lista cuando se le había asegurado que iba a ubicarse en la cumbre de la misma. Casualidades o estrategias que se repiten. La reciente historia tiene cierta analogía con el desembarco de José María Comesaña, “sesón”, a la arena política local. El profesional de la salud de Mercedes, antes de ser el primer candidato a concejal de 2017 y 2019, vestía ambo. Su figura no hallaba en el camino demasiadas oposiciones y su puesto para encabezar no recibía mayores cuestionamientos. Comesaña también había tenido participación política en una lista de la Unión de Centro Democrático, como Manes intentó en los comienzos del año 2002 fundar el partido 1810 junto a otros profesionales y su propio hermano. Aquí es donde vuelven a aparecer otras similitudes, puesto que tanto Comesaña como el propio Manes, son presentados ante la sociedad como hombres que no forman parte de la política tradicional, aunque se los muestra como los hombres fuertes que integran listas con otros dirigentes que bien podrían considerarse dentro de esa calificación de “políticos”.
Las fuerzas partidarias van definiendo sus estrategias de cara a los comicios que se avecinan y las nuevas caras, que deciden comprometerse con la idea de participar, parecen tener una buena cotización en las preferencias del electorado. No es un descubrimiento actual, ha sido un fenómeno global cuando en las democracias la política denominada tradicional no responde a los intereses de la población y se produce un quiebre en esa relación. Entonces se acude a los buenos vecinos, a aquellos que supuestamente no están contaminados en esa arena y que garantizan la participación de sectores que en ocasiones parecieran tener vedados los accesos a estos sectores.
Sin embargo en la mayoría de los casos no son la garantía de un cambio de paradigma, sino tan solo una carta fuerte para que en la nómina que sigue muchos otros garanticen su continuidad. Insisto por si se producen malas interpretaciones que esta modalidad no es una fórmula reciente, sino que desde aquel “que se vayan todos” a esta parte, la idea en cuestión ha tenido buenos resultados en tanto y en cuanto esa ficha sea jugada dentro de una estructura más tradicional que innovadora. Siempre es bueno que la política se renueve, que tenga nuevos aires, que salga del esquema de mostrar aquellos rostros o figuras que vienen repitiendo mandatos desde hace tiempo. Pero a la idea de renovar esos rostros también se la debe acompañar con nuevas formas de proceder. No basta con tan solo una incorporación pues siempre se corre el riesgo de caer en aquello que suele decirse, que es el mismo perro con un collar distinto.
Hace ya tiempo en la Argentina y en todo el espectro político nacional, que los nombres de los candidatos terminan siendo más importantes para ofertar al electorado que los proyectos políticos que representan cada uno de ellos. La llegada de Facundo Manes a una liga mayor de participación política es una buena oportunidad de demostrar que no solo la renovación se busca en los hombres y nombres, sino también en el modo de ver la realidad y en los caminos que tiendan a brindar desde la política soluciones reales a los problemas de la sociedad. Un desafío que debe consolidarse en un contrato social de los espacios más allá de las figuras que puedan presentarse, aunque esta cuestión también tenga una elevada cuota de relevancia.