Locales
Opinión: La costumbre de poner el futuro por delante del presente
Por Walter Anido (Especial para La Verdad Mercedes)
La Argentina no solo vive momentos de tensión política sino también un camino repleto de ansiedades. Si bien en tiempos de pandemia asociaciones de farmacéuticos revelan que se ha incrementado la venta de ansiolíticos y medicamentos sedantes, esa ansiedad por querer ver el futuro antes que llegue no es nueva en términos de la vida democrática.
Hagamos un breve repaso por lo que sucede hoy y también veamos lo que pasó no hace demasiado tiempo en materia electoral. En 2019 hubo una elección presidencial y el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, se impuso con claridad a la pretensión reeleccionista de Mauricio Macri. En diciembre de ese mismo año una nueva fórmula asumía el poder y también se producían cambios en la provincia de Buenos Aires. Apenas poco más de nueve meses han pasado de una gestión que se extenderá hasta diciembre de 2023.
Sin embargo no son pocos los que ya quieren encontrar a quienes serán candidatos en ese futuro. Desde que comenzó esa pandemia que aún nos tiene en vilo, la imagen que era motivo de buena convivencia, la conformaban el tridente del Presidente de la Nación, el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof y el jefe de gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Conferencias en conjunto, mensajes de gestión y hasta expresiones amigables.
La moderación se empezaba a codear con los “mandamás” de los distritos más poblados del país con un Presidente como nexo. Comenzaron entonces algunos a cuestionar ese acercamiento de la autoridad porteña hasta hablarse de alas duras y blandas. Por cierto esa buena alquimia que podía observarse terminó quebrándose por completo la semana anterior, cuando el conflicto de la Policía Bonaerense tuvo una solución que llegó por la modificación de los índices de coparticipación que la Nación otorga a las provincias.
Su legalidad o constitucionalidad se debatirá en el plano judicial. Fue entonces que el Jefe de Gobierno porteño salió a defender el recurso de su distrito y por ende los intereses de sus votantes. Era lógico que lo haga. ¿Qué gobernador de cualquier provincia se hubiese quedado callado ante una modificación de esa naturaleza? Mi respuesta personal es ninguno y aunque pueda estar equivocado no creo estar lejos de la verdad.
Horacio Rodríguez Larreta nacionalizó su discurso. Dio su mensaje sobre el tema y ya no le habló a los porteños exclusivamente, sino a los argentinos. La conclusión de muchos analistas y de tantísimos ciudadanos es que Larreta se estaba recibiendo de Presidenciable y le estaba firmando la “jubilación” como tal al ex Presidente Mauricio Macri. La pregunta es entonces, ¿no estaremos yendo demasiado rápido? O puede que sea esto parte de la grieta misma en la que estamos inmersos, que necesitamos algún dirigente con el cual identificarnos en ese “futuro” que creemos está a la vuelta nomas.
Al gobierno actual, por si algún distraído no ha hecho las cuentas, le quedan nada menos que más de tres años de gestión y a pesar de ello hay quienes siguen buscando candidatos para una contienda muy lejana. Los procesos políticos se irán dando más allá de nuestros apuros. Porque el transcurrir, la dinámica de los hechos, acomodan y desacomodan hombres y nombres. Vale también preguntarse cuan importantes son los nombres por sobre los proyectos de país que se puedan presentar.
Da la sensación que cuando anticipamos la contienda todo empieza a medirse con esa vara y en rigor de verdad no parece nada conveniente para aquellos dirigentes que aún tienen largo tiempo por delante para gobernar, gestionar y buscar soluciones a los problemas que tiene la población en general. Ahora, porque decíamos en las primeras líneas que la ansiedad política de los argentinos no es nueva. Para muestra basta un botón.
Allá por 2013, con el propio Presidente actual incluido, nacía el Frente Renovador con una contundente victoria en elecciones legislativas. La conclusión de muchos tras aquella jornada era que Sergio Massa se iba a convertir en el candidato imbatible de 2015. Sin embargo el proceso electoral fue decantando y las aspiraciones del tigrense naufragaron. Terminó la elección en tercer lugar por detrás del propio Macri y Daniel Scioli. Años después Massa se sumó al Frente de Todos y hoy preside la cámara de diputados.
De que nos sirve entonces apurar los tiempos, intentar ver fórmulas mágicas hacia el futuro cuando ese escenario resulta lejano. Podría ser una especie de moraleja decir que las escaleras se suben de frente, ni hacia atrás ni de costado, y que es más efectivo hacerlo peldaño a peldaño. Podemos intentar hacerlo de otro modo, aunque bien vale echarle mano a esa frase que nos dice, “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Puede que valga la pena cuanto menos intentarlo.