Locales
Opinión: ¿Últimos mandatos en duda?
Por Walter Anido (Especial para La Verdad Mercedes)
¿Qué tienen en común Intendentes oficialistas como Juanchi Zabaleta (Hurlingham), Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Juan Ustarroz (Mercedes) entre otros, con jefes comunales opositores como Jorge Macri (Vicente López), Néstor Grindetti (Lanús), Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Gustavo Posse (San Isidro)? No solo que mandan en sus respectivos distritos, sino que por la legislación vigente no podrán presentarse para una eventual reelección en el 2023.
Por cierto que falta demasiado tiempo para que ese momento llegue y en términos más cercanos hay una legislativa de término medio. No obstante hay una discusión en pasillos de la política bonaerense que la pandemia tapa generosamente y que apunta a encontrar los resquicios que pudo haber dejado la norma que limita los períodos en que pueden gobernar los alcaldes de manera consecutiva. El debate por ponerle coto a las reelecciones se dio en el 2016 y fue por entonces cuando el arco político en su conjunto, sin grietas, aprobaba esta determinación de impedir a los dirigentes poder ser reelectos en más de una oportunidad. En aquellos días todos daban por hecho que la elección de 2019 era esa única oportunidad de ser reelectos.
Sin embargo cuando los tiempos empiezan a acortarse se empieza a pensar en esa frase que tanto suele colarse en la Argentina: Hecha la ley, hecha la trampa. La ley es clara, pero se busca encontrar la trampa. Esa hendija que tantos sectores del oficialismo como de la oposición quieren forzar es la aplicación de la retroactividad de la ley. Es decir, considerar que si se aprobó en 2016 la elección de 2015 ya estaba consumada por cuanto debe considerarse el 2019 como la primera elección y la reelección en 2023. Incluso para muchos jefes comunales que llevan largos años de mandato. Sería forzar una interpretación que parecía ya zanjada. La pregunta es si se animarán a hacerlo, pues son tiempos donde la clase dirigente no tiene demasiado margen como para hacer interpretaciones propias, alejadas de las que supuestamente el electorado ya ha internalizado.
Trascendió en las últimas semanas que había intenciones de pedir un “sacrificio” a alguien que esté dispuesto a “inmolarse” en beneficio del resto. La misión de ese emisario era plantear una acción de amparo para que la Justicia haga una interpretación de esa ley de límite reeleccionista. Pero también se supo que desde el Poder Judicial, que de hecho tiene sus problemas, avisaron que la cuestión debe resolverse desde lo político y no desde lo judicial. Los miembros del máximo tribunal bonaerense no quieren un “fierro caliente” más, mucho menos que se lo trasladen desde el poder político.
Tal vez puedan existir otras razones más atendibles en término de realidades políticas y este también será un buen ejercicio para la clase dirigente. No es un dato para desatender que si se piensa en el final de un mandato unido al final de un dirigente en un cargo tan relevante como ser el conductor de un municipio, las luchas intestinas por la sucesión puedan llegar más temprano que tarde. En efecto hay quienes entienden que 2021 es la primera estación en ese trayecto. No debe perderse de vista que la ciudadanía está pendiente de estas cuestiones. De la búsqueda de gambetear leyes con interpretaciones caprichosas pero también de las desmedidas apetencias de aquellos que aspiran a convertirse en sucesores. Con total acierto alguien podrá decir que estamos abriendo un posible debate con demasiada antelación y puede que le asista la razón, pero es de perogrullo que en algún momento sucederá. Dependerá de quien se anime a plantearlo con el alto costo que esa posibilidad pueda tener.