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SOFÍA RESPUELA: “Tuve una infancia muy feliz en Mercedes”

Hace más de 25 años que se fue de Mercedes. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Buenos Aires. Vive en los Estados Unidos. Es docente y politóloga. Casada con cuatro hijos.

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Los años en Mercedes
“Hace 25 años que me fui, parece mentira- comienza a contar Sofía. La verdad que son muchos años. Me fui cuatro años después de terminar la universidad, y el master. Las cosas se dieron por casualidad al conocer a mi marido, y me mudé cuando me casé. Pero volviendo a mis orígenes, nosotros somos una familia de cinco y yo soy las segunda. Mi papá había comprado un departamento en Buenos Aires, previendo el futuro de nosotros en la universidad. Fui y me instalé con mi hermana, y luego vino mi hermano. Íbamos y veníamos, pero como yo seguí la carrera de ciencias políticas, y como no había mucho campo en Mercedes, siempre trabajé y me quedé en Buenos Aires después de que me recibí.
Yo crecí siempre en el mismo barrio, la misma casa, ahí en República de Chile, camino para el parque, mis padres compraron la casa. Ahí vivimos toda nuestra infancia. La escuela la hice íntegramente en Normal, el jardín fui a uno cerca de mi casa y ya el último año me pase a la Escuela Normal.
Tuve una infancia muy feliz, muy tranquila, con muchos amigos, con mi hermana Carolina, que es la mayor. En 6 años nacimos los cinco hermanos, todos muy seguidos, jugábamos mucho en casa, tuvimos una casa muy abierta a todos, amigos de mi hermana o hermano. Tengo muy buenos recuerdos de la escuela, de la secundaria, de ir a casa y preparar materias con amigos, una época muy linda y sana.

Mi papá, Juan Ignacio Respuela, era odontólogo. Ninguno de nosotros siguió la carrera de odontología, una de esas cosas que se dieron- reflexiona. Él falleció muy joven, en el 92. Eso fue un golpe muy grande para todos. Mi mamá empezó siendo profesora de francés, Elisa Portesi, quien terminó siendo directora de la Escuela. Yo tuve de profesora de francés a mi mamá, pero no de directora, mis hermanos más chicos la padecieron… risas. Ella tiene mucha capacidad para separar y diferenciar las cosas.

Había ciertas reglas, como que mis exámenes los tenía que corregir otra profesora, por ejemplo. Yo era su alumna y ella profesora. Fui criada de una manera que no iba a tomar ventaja de eso. Yo era una más, ni me daba cuenta. Por ahí siendo directora lo que más puede molestar es que te cargan los compañeros.

De la época del secundario guardo los mejores recuerdos. Soy promoción 85. Somos un pequeño grupo que todavía sigue en contacto. Estamos todas al tanto. En este grupo, la mayoría, sigue viviendo en Mercedes. El resto, como yo, nos sumamos cuando podemos, cuando hay cumpleaños, hacemos zoom o por grupo de wasap estamos al día de las noticias. Son muy amigas todas a tal punto que cuando cumplimos 50 años de edad nos fuimos todas de viaje a Brasil.

En el año 2009 llevé a mis hijos a vivir a Mercedes por tres años. Pero, como dije, hace 25 años que me fui. Tengo 4 hijos. Yo quería que hablaran bien español, que tuvieran relación con la familia. Yo quería que tuvieran una relación cercana, por más que yo iba seguido. Pero te digo que no es lo mismo que vivir en el lugar. Mudarme me ayudó a comprender y a estar más abierta, quería que ellos vean que hay distintas escuelas, distintas formas de aprender, y que se pueden hacer amigos en distintos lugares… Quería que tengan esa experiencia también.
Viajamos bastante para llegar, pero una vez que llegamos nos instalamos en la casa de mi mamá, fueron a la escuela ahí, y a los tres años nos regresamos-dice.

Elección por ciencias políticas
“Cuando estaba en el secundario me gustaban muchas cosas- señala, no tenía una vocación definida. Empecé a buscar carrera y en ese momento se estaba abriendo en la UBA mi carrera, que antes estuvo prohibida por gobiernos militares. Sólo se podía estudiar en El Salvador y en la Universidad Católica. Con el debate de apertura de la carrera y el programa de estudios que me interesó porque era muy amplio lo que uno podía estudiar, hacer y aprender, me decidí por estudiar ciencias políticas. En cuanto me recibí (1990) empecé a dar clases y me presenté a becas de investigación, a la vez que daba clases.

Llego indirectamente a EE.UU. Vine con un viaje del Club Rotary, mi mamá tenía un amiga íntima, Silvia Hammer de Fucci, quien tiene dos hijas, Silvina y Graciela, muy amigas nuestras. Después de fallecer mi papá, Silvia a través de su marido se enteró de este programa de becas y le dijo a mi mamá: ¿no te parece que a Sofía le vendría bien viajar un poco? Ahí me presenté, me seleccionaron, viajé a EE.UU y ahí conocí a mi marido, un rotario, que era el anfitrión en una de las ciudades en que paramos, que es la que ahora estoy viviendo. Ahí nos conocimos. Hoy soy ciudadana norteamericana. Mis hijos nacieron acá, pero ellos tienen doble ciudadanía.

Mi marido se dedicó durante mucho tiempo a la gastronomía con un restaurant. Llegó a ser propietario de cuatro restaurantes. A pesar de la diferencia de país, el negocio de la gastronomía no cambia. Pero llegó un momento en que le dije no quiero seguir en esto, porque era mu demandante. Vendió los restaurantes y con su hermano abrieron una empresa de construcción y hacen casas, remodelaciones y todo eso.

Yo, en cambio, trabajo acá dando clase en secundaria, y hasta cierto punto en universidad. Tenemos solamente cuatro escuelas secundarias, pero son muy grandes, tienen 1500 alumnos por escuela. Lo que hacen es ofrecer una gran cantidad de materias, y uno puede ir eligiendo. Uno necesita ciertas horas de matemáticas, pero desde matemática uno a cinco, o hasta cálculo o álgebra. En el caso de español, es una materia optativa, algunos la eligen y otros no. Con respecto a la labor docente, acá el profesor no puede dar su opinión, no puede adoctrinar. Uno tiene que presentar la cuestión jurídica o legal. Qué posibilidades de interpretación hay, y dejar que los alumnos tomen su posición en base al análisis, es decir, se pone foco en qué información puedo creer, cuál es fidedigna y qué es opinión. El docente no puede pararse y criticar a un presidente de una forma personal, de bajada de línea o políticamente”.

La ciudad del amor
“Vivo en la ciudad de Loveland, en el estado de Colorado y el nombre deriva del director del ferrocarril que hizo que parara acá. De ahí viene el nombre. Aunque podamos traducir el nombre como la “tierra del amor”; no tiene una historia muy romántica. Pero ahora explotan mucho el tema del amor sobre todo para San Valentín. Acá el tema del comercio y las ideas, son increíbles. Esta ciudad tiene 77.000 habitantes. Es una ciudad grande, la construcción siempre es muy extendida. Departamentos hay pocos de dos pisos o tres pisos como máximo. Por ejemplo acá no existe la medianera, como pared divisoria. Mi casa está en el medio del terreno y no toco pared con ningún vecino. Es muy cómodo. Tengo enfrente un parque muy lindo. Hay escultura de bronce. Hay una de las mayores esculturas al aire libre, las compran y las van instalando. Artísticamente es un parque muy lindo y salir a caminar por ahí es muy bello.

Es muy tranquila la ciudad. No cierro la puerta de la llave nunca. Mis hijos dejaban tirada la bicicleta. Mi cerco es abierto, cualquiera puede saltarlo y llevarse mi parrilla por ejemplo…risas. Es verdad que ahora está creciendo mucho, lo cual hace que haya más tránsito. Pero sigue siendo un lugar tranquilo y seguro para vivir”- remarca. Aprovecho la oportunidad para agradecerles el contacto y poder hablar a la distancia sobre mi querida Mercedes, siempre es interesante comparar culturas y experiencias. Le mando un beso grande a mi mamá, ella es de fierro y además también compartimos la misma pasión por las ciencias políticas. Me encanta que mis hijos tengan una relación tan especial y cercana con ella. Un saludo a mis hermanos: Carolina, Ignacio y Julián. Un saludo y un beso enorme para mi ahijado Felipe, el hijo de Julián, y muchos cariños para Bautista, Ana, Josefina y Juan Ignacio, los adoro y son unos chicos bárbaros. Y después a todas mis amigas: Betina, Silvina, Cecilia, Julia, Graciela, Laura, Luciana, Marcela, Mercedes, Coti, María Ángela, espero no olvidarme de ninguna”- concluye.

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