Locales
¿Victoria amarga y derrota dulce?
Por Walter Anido (Especial para La Verdad Mercedes)
Escuche por estas horas una frase que parece resumir lo sucedido en la jornada electoral del pasado domingo. “Nunca una victoria fue tan amarga y una derrota tan dulce”. Esa fue la sentencia que según pude saber (siempre Google es un buen aliado) le pertenece a Alfonso Guerra, vicepresidente del gobierno socialista español de Felipe González. En los comicios generales de la península ibérica de 1996 José María Aznar venció al PSOE por apenas un punto cuando las consultoras y encuestadores de aquella nación europea, auguraban una victoria del Partido Popular por alrededor de 15 puntos.
Sirva como introducción a lo que se vive en la Argentina y especialmente en la provincia de Buenos Aires. También en las horas previas muchos comunicadores recibíamos los datos de los boca de urna donde se ratificaban los resultados de las primarias. Finalmente el oficialismo, que había errado el diagnóstico previo en septiembre, ahora se encontraba en un camino de repunte que alcanzaba a convertirse en victoria pero que dejaba sensaciones algo parecidas. Si lo pasamos a términos deportivos siempre se puede decir con razón que se perdió por poco, que fue una derrota digna (como decían de Los Pumas), pero en definitiva se perdió.
En términos matemáticos también se pueden echar los números sobre la mesa y contar los votos: Juntos sacó más votos que Todos y que todo el resto. Pero la política no es una ciencia exacta y puede tener algunos puntos de encuentro con las actividades deportivas aunque lejos está de ser un deporte. Lo sucedido en las elecciones primarias generó un clima preocupante. La falta de adhesión a las políticas oficialistas saliendo de la pandemia y el fuerte respaldo a la fuerza opositora que había sido castigada en los comicios de 2019, llegaron a hacer vaticinar a algunos comunicadores cuyos presagios no cambian desde hace muchos años, en un lunes 15 de noviembre muy negro. Se comparó con el 2001 y hasta se recordó el Rodrigazo.
Y los argentinos, por no ampliarlo al resto del planeta, vivimos de expectativas y necesitamos certidumbres. Pero si prendíamos una radio (depende el dial) o la TV (depende que canal), poco menos que la Argentina volaba por los aires, el Presidente Alberto Fernández hacía las valijas y se iba con su esposa y los perros, el peso se iba a devaluar y el dólar se acercaría a las nubes. Cuantas veces escuchamos el viernes previo decir a muchos que incluso manejamos información extremadamente sesgada que todo iba a explotar.
Pero estoy escribiendo esta nota el día y quise esperar algunas horas más para ver como todo transcurría. Y si bien es cierto que muchos de los problemas que la Argentina tenía en 2019 cuando asumió el actual gobierno, que se agravaron con la crisis sanitaria, estuvieron y están lejos de solucionarse, ningún presagio de apocalipsis se cumplió. Porque el voto de los ciudadanos ha sido tan inteligente como el de las Primarias. Mensaje profundo de cambio primero, equilibrio ahora y no crean que alguno de los dos lados de la “grieta” tiene firmado su cheque en blanco. Ni que hablar del crecimiento de participación que no hizo más que seguir El legitimando este sistema de gobierno y se encargó de empoderar a la Democracia.
Se viene tiempos interesantes en la Argentina. El gobierno no ha recibido una cuota dosificada de fortalecimiento y la oposición tuvo también su espaldarazo. Pero todo medido… como aquel slogan publicitario de una tabacalera… el equilibrio justo. La sociedad ha dejado un mensaje, el electorado ha dado su veredicto y los representantes deben saber interpretar las claras señales. Hay cuestiones urgentes por resolver en la Argentina y esos son aspectos que deben tomar estado parlamentario donde resultará indispensable el debate pero también los acuerdos y los consensos. Dialogar con un adversario o un legislador que no opine igual que el otro debe transformarse en un hecho de normal convivencia y de un objetivo que se puede trazar como común que es el bienestar general o colectivo a los privilegios de todo linaje. Es 16 de noviembre. Nada explotó. No escuchamos el motor de un helicóptero. No terminó nada, sino que empezó otra cosa que es de esperar que sea mejor para el conjunto de los que habitamos suelo argentino.