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CARLOS BONAMINO: “Volvería a vivir esa infancia y esa adolescencia en Mercedes porque fui muy feliz”

Se fue de Mercedes hace 50 años cuando tenía 17. En 1977 llegó a Río de Janeiro con su esposa y su hijo de 6 meses. Fue buscando otros destinos pero finalmente Brasil se convirtió en su segunda patria, aunque siempre sigue siendo el argentino, el tipo de afuera.
Estuvo muchos años vinculado al petróleo, llegó a tener una empresa de fabricación de tarjetas de crédito y hoy se dedica a la construcción y venta de departamentos.

Publicado

MERCEDINOS POR EL MUNDO POR FERNANDO PACHIANI

En busca de un destino
Hace mucho tiempo que se fue de Mercedes y en el comienzo de la charla pide disculpas por el posible olvido de algunos nombres. Aunque reconoce que uno se va olvidando de las personas, no de las caras ni de las circunstancias, pero los nombres sí. “Volvería a vivir esa infancia y esa adolescencia porque fui muy feliz – dice, tengo unos recuerdos maravillosos de gente linda, con mucho cariño, mucho afecto, lindos recuerdos, muy lindos. Pero a los 18 me fui para Buenos Aires, mi papá tenía un departamento en el centro, frente al teatro Cervantes, donde íbamos los hermanos para estudiar, etc. Y ahí estuve un tiempo tratando de estudiar kinesiología pero era más un deseo de mi padre que mío, la verdad entonces la cosa no funcionó bien.

Después estuve trabajando 4 años en IBM y después en laboratorios siempre en la parte de informática. Llegué a ser gerente, muy jovencito, tenía 23 años cuando me fui de Argentina, muy nuevo, muy joven, con mi esposa que es argentina, se llama Alicia Catalano y tenemos un hijo Martín Hernán que tenía 6 meses cuando nos fuimos el 3 de julio de 1977 y llegamos aquí a Rio de Janeiro ya que la hermana de mi mujer vive aquí. Estuvimos un tiempo, unos meses, y después nos fuimos para Barcelona, otro tiempo allá, buscando un poco la vida porque estaba difícil la cosa en todo el mundo; para Río primero y después para Barcelona nos fuimos buscando un poco la situación hasta que finalmente conseguí en Bogotá, Colombia, y para allá nos fuimos.

Trabajé durante 11 años en una empresa de petróleo americana que tuvo una sede ahí en Buenos Aires también; después estuvimos un año en Maracaibo, después nos fuimos a Caracas, Venezuela y después en 1980 volvimos a Brasil con la empresa petrolera y fui el primero que llegó con la empresa debajo del brazo y nos instalamos en Río de Janeiro en agosto de 1980 y el 19 de diciembre del 80 nació mi hija María Soledad un día después que mi hijo Martín cumpliese 4 años, o sea cumplen el 18 y 19 de diciembre con 4 años y un día de diferencia.

Mi señora se vio un poco frustrada porque ella estudiaba psicología en Buenos Aires, tuvo que cancelarlo cuando salimos y después volver a estudiar aquí en Brasil que tuvo un poco de estabilidad donde llegamos para quedarnos y estamos hace 40 años. Y ella estudia pedagogía y es profesora aquí en la universidad y ahora está al lado mío trabajando dando clases por internet.

Yo trabajé en la empresa petrolera bastante tiempo y después por el precio del petróleo y porque buscábamos petróleo aquí los contratos cayeron mucho, se acabaron y empecé a trabajar en una financiera la mayor de Brasil donde estuve 5 años y después salí e hice una empresa mía con lo que aprendí y fabriqué tarjetas de crédito, grabarlas, todo el servicio que presta una tarjeta de crédito y uno no se imagina lo que es porque uno ve una tarjeta de crédito y solo es el iceberg porque fabricarla es muy costoso.

Tuve esa empresa unos 25 años y la vendí hace unos tres años. Llegué a tener ahí 140 empleados trabajando 7 por 24, es muy difícil, todo el día trabajando, dándole mantenimiento a las máquinas que son caras y difíciles porque son de mucha precisión pero me gustó mucho porque fuimos creciendo de a poquito pero ahora tengo una vida más pasiva porque me he retirado pero tengo unos amigos arquitectos y con ellos hacemos departamentos, los vendemos, tenemos esa actividad después de esta pandemia que nos obligó a quedarnos en casa.

La vida en Brasil
“Viví siempre en Río de Janeiro. Mi mujer con el asunto del trabajo de ella como profesora especialista en el área de educación conoce mucho más que yo Brasil porque ha viajado mucho y mi hijo también porque trabaja como científico con el ADN pero yo estuve más localizado en Río de Janeiro y viajaba por trabajo muy puntualmente pero por esa actividad ya soy casi un carioca sino fuera por el acento de extranjero, hoy no hablo bien ni español ni portugués. Hablo mezclado porque las estructuras de las frases aquí son diferentes y muchas veces empiezo una frase al revés de cómo tendría que terminarla.

Tengo dos hijos que los dos tienen doble nacionalidad; Martín que nació en Buenos Aires y María Soledad que nació en Río de Janeiro junto con mi esposa que estamos juntos desde hace 45 años. Martín el más grande y hombre me dio la nieta más chica y mujer. Se llama Maité que es carioca, tiene 4 años y tres meses, nació aquí. María Soledad me dio el nieto más grande que tiene cinco años y se llama Gael. Mi hijo me dio una nieta y mi hija me dio un nieto. Es una delicia tener nietos que no lo cambio por nada y el que no tenga que empiece a rezar para tenerlos”

Los recuerdos de Mercedes
“Fuimos ocho hijos, ahora somos siete, falleció Luis Carlos que era el tercero, se murió hace unos años, y el resto estamos todos bien. Cuando nací en el 53 vivíamos en la 29 entre 30 y 32, casa de por medio con la casa de mi abuela materna, la familia Lennard, ella era María Morrow de Lennard, y viví ahí hasta los 5 años y cuando cumplí 6 en lo que para nosotros era la quinta porque papá compró un terreno a 3 kilómetros del centro y éramos vecinos de “Sesón” Comesaña.
“Sesón” tiene la edad de mi hermano Daniel, el más chico. Vivimos ahí, pasamos la infancia seis años allá y empecé a estudiar en la escuela Normal desde primero inferior hasta quinto año; a la tarde la primaria, a la mañana la secundaria, y más o menos con unos 15 años mi papá mantuvo la quinta que nos íbamos en el verano y en el invierno vivíamos en la 28 entre 31 y 33. Viví ahí hasta que me fui y mis padres hasta que fallecieron; ahora vive mi hermano José. Fue muy linda mi infancia; la verdad que la escuela Normal fue una delicia, hacíamos mucho deporte, hacíamos mucho lío también, era una escuela espectacular, era una escuela pública, salvo los que estudiaron en San Patricio y en Misericordia todos estudiábamos en escuelas públicas y tuvimos una excelente educación en aquella época. En la secundaria la directora era María Luisa Cazeneuve, una apasionada por la geografía que me hizo apasionar la geografía, y no veo la hora de subirme a un avión para conocer nuevos lugares y eso viene de la época de ella y eso es fantástico. Era exigente pero mejor profesora y directora.

En cuanto a otras actividades, jugaba a la paleta en el Club Mercedes en la calle 31 con “Juani” Mazzochi, y jugaba mucho al básquet desde los 6 años hasta que me fui de Mercedes. Creo que jugaba razonable porque me ponían para jugar – recuerda.

Jugaba en Ateneo de la Juventud Mercedina y frecuentaba la sede que quedaba atrás de la iglesia; pertenecía a la acción católica con el padre Juan Dieuzeide, una delicia de persona, muy dulce, muy cálido, no sé qué fue de la vida de él pero lo recuerdo con mucho cariño como a todos los muchachos de esa época. De profe en básquet lo tenía a Alberto (Florella) que tiene una radio; yo jugaba muy bien al básquet a pesar de que era petiso con un metro 76, y un día me dijo ese técnico: «tenés una misión acá en el club: enseñarle a juagar al básquet a un chico que llegó”. Ese chico tenía 16 años, era enorme y le tuve que enseñar a jugar modestamente, ese chico era “Peli” Perazzo; él tenía un físico bárbaro y aprendió muy rápido. Y después jugábamos en el Ateneo con Juarez, el gordo Lilia que era muy bueno y mucho más grande que yo en esa época, el flaco Luis Razzetti, Fernández, había gente muy buena y jugábamos muy bien. Ganábamos y perdíamos porque Solbaid era una piedra en nuestro zapato y en una época jugamos en el seleccionado juvenil y perdimos contra Chivilcoy me acuerdo y al flaco Razzetti y a mí nos pidieron como refuerzo que era la época que quien ganaba podía pedir un refuerzo de 2 jugadores a quién perdía. Y nos fuimos a jugar a Chivilcoy y nos pagaban la coca-cola, el sandwich y el alojamiento allá. Todo era muy divertido y jugábamos siempre los fines de semana y nos íbamos a otras ciudades siempre jugando para Ateneo.

De la escuela Normal soy promoción 70 que es la mejor. Fui a la fiesta de la promoción cuando cumplimos 25 años y en otros años no pude estar porque las fechas no coincidían pues eran en noviembre y yo iba con mi familia a pasar las fiestas allá y eran dos viajes muy seguidos y este año pasado iba a ir pero se pinchó; vamos a ver el 2021 qué pasa.

Los primeros 4 años fueron muy duro estar lejos, éramos muy jóvenes, con hijos muy chiquitos. Y después sí, cuando estuvimos en Brasil pudimos ir asiduamente y mis suegros también venían. Venezuela fue como al margen del mundo porque nadie nos fue a visitar excepto mis suegros. Acá mucha gente y amigos mercedinos nos han venido a visitar como por ejemplo Eduardo Mc Cormack, José Magadán, que eran compañeros de la escuela. Hace unos siete años atrás tuve la suerte de poder invitar a unas amigas de la escuela y vinieron 6 de las 10. Se quedaron en casa, paseamos un poco y hablamos como si tuviésemos 13 o 14 años de la época de la escuela secundaria. Lo que pasa que como mi mujer es de Capital ir a Mercedes con los chicos y todo era ir a casa en Mercedes y quedarnos un fin de semana que ni salíamos porque las ganas de estar con mis viejos eran muy grandes y no me permitía hacer sociales con mis amigos; he frecuentado la ciudad de Mercedes pero no en lo social, he estado mucho con mi papá y mi mamá. Ahora ni bien termine esta pandemia estoy con ganas de pasar una semanita o 10 días en Mercedes; toda la vida extraño la ciudad; tenemos un grupo de whatsapp entre hermanos, somos muy cariñosos entre todos y los hermanos se encuentran en casa de mi hermana que tiene un jardín muy grande porque tenían ganas de verse, todos con barbijos y con distancia pero yo estaba afuera y no podía ir.

Esto me emociona profundamente porque tengo muchos sobrinos, muchos sobrinos nietos que todavía no conozco que han ido naciendo, durante la pandemia han nacido 3; tengo un hermano Julio que es el quinto de los 8 que somos que vive en Madrid, España desde hace 50 años y allá tiene 4 sobrinos nietos que no conozco porque la última vez que estuve fue para el casamiento de una sobrina en Madrid y después no pude volver así que tengo varios viajes a realizar”

De robar tortas de 15 a recorrer el mundo
“En nuestra adolescencia éramos bastante vagos. Recuerdo con mucho cariño los asaltos a los que concurríamos, las fiestas de 15. Los cumpleaños de 15 eran en las casas y los chicos con traje y corbata, qué diferente cómo ha cambiado todo. En una fiesta de 15 llegamos a hacer “desaparecer” la torta de la cumpleañera. La tiramos por la ventana. Aclaro que soy inocente en esa pero estaba en el grupito así que me siento medio culpable. Éramos vagos de verdad pero nos queríamos mucho. Éramos 44 en la escuela; 9 varones y 35 mujeres. Había algunas chicas que tenían una puntería bárbara como María del Carmen Cerulli que tiraba los resultados de matemática y el papelito “caía” en el pupitre perfecto; yo de todo eso tengo unos recuerdos bárbaros.

Yo tenía muchas ganas de conocer el mundo y ese fue uno de los motivos por el cual salimos de Argentina mi mujer y yo; no es fácil, es muy difícil, tengo la suerte de conocer más de 50 países y te abre el horizonte, te abre la cabeza, pero realmente tu tierrita es fantástica, hay un cordón umbilical que uno no consigue romperlo ni cortarlo con el lugar donde nació donde están los afectos más profundos y sinceros donde uno tiene 100 por ciento de seguridad donde esos amores y cariños son honestos y vos sabés que la persona que recibe tu cariño también lo está procesando como vos.

A los chicos que se están yendo les digo que hay que trabajar mucho, es muy dura la vida afuera, hay que mantener un espíritu muy jovial para arriba porque si no te podés pinchar muy fácil.

Cuando yo viví en Barcelona y aquí mismo en Río muchas parejas se quebraron. Cuando estás afuera, carente de afectos, inseguro, no sabés qué va a pasar mañana, la simbiosis que se produce en el matrimonio y con tus hijos es muy profunda porque estás 24 horas por día con ellos y sobre todo cuando no tenés el aporte de una familia y es ahí cuando uno descubre la importancia de la familia. Uno con la familia presente sabe que tiene las espaldas calientes; te podrá faltar lo material pero lo afectivo está presente y eso es fundamental para mantenerte vivo y con ganas de ir para adelante. Y eso es muy cierto sin exagerar ni un poquito y quien busca la vida tiene que saber que tiene la cosa buena y la cosa dura; la buena ya la sabemos y todos la disfrutamos pero la dura hay que tenerla en cuenta por los riesgos que uno pasa afuera.

Y por último acá con 40 años que vivo y domino perfectamente el portugués, a pesar de tener hijos y nietos brasileros, con muchos amigos brasileros, siempre soy el argentino, el tipo de afuera, el gringo, si me preguntan si hincho por la selección argentina o la brasilera qué me están preguntando, obvio que hincho por la argentina; es muy fuerte la ciudadanía de la tierra donde naciste.

No me arrepiento de nada, estoy orgulloso de mí porque a esta altura de mi vida mirar para atrás y ver que fuiste una línea recta de comportamiento en cuanto a coherencia, honestidad, en cuanto brindarte al mundo, pensar en el otro, me hace sentir bien.

Me arrepentiría de lo que no hice y si hice me equivoqué seguro.

He recibido mucho cariño de todos a través de los años, me recuerdan con cariño y me emociona”- concluye.

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