Nacionales
Editorial: La democracia, el debe y el haber
El recorrido por estos 37 años de democracia años marca como déficit principal la falta de una serie reformas efectivas (y sostenidas) del sistema productivo, y de las formas de distribución y de apropiación de riquezas en la Argentina.
El domingo 30 de octubre de 1983 millones de argentinos se volcaron masivamente a las urnas. En una jornada histórica volvían a elegir autoridades constitucionales después de siete años de dictadura. El candidato del radicalismo, Raúl Alfonsín, se impuso en los comicios por sobre el representante del justicialismo, Italo Argentino Lúder, su principal rival electoral.
El camino desandado por Alfonsín estuvo signado por altibajos, con decenas de frentes abiertos, y la necesidad de reencausar la política social y económica tras la salida del Gobierno militar. Independientemente de sus buenas intenciones, y del avance en materia Derechos Humanos, la administración del radical tuvo serios problemas que la obligaron a una salida anticipada.
Con la llegada de Menem al poder el país se vio sumergido de lleno en el neoliberalismo, las denuncias de corrupción y los contrastes sociales. Diez años de gobierno del líder riojano bastaron para profundizar la brecha económica, acentuar la pérdida de fuentes de trabajo y minimizar los alcances e injerencias del Estado.
Entrado el siglo XXI, y con un efímero gobierno de Fernando De la Rúa, la crisis se agudizó y el estallido social del 20 de diciembre de 2001 marcó un quiebre. Primero Eduardo Duhalde y después Néstor Kirchner trazaron políticas más relacionadas a las bases históricas del peronismo, pero la coyuntura mundial había cambiado. Salud, educación, trabajo y acceso a la vivienda siguieron siendo los principales déficits de la Nación.
Los dos períodos de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner oscilaron entre los avances sociales, la restitución de algunos derechos perdidos anteriormente y las denuncias por casos de corrupción y vinculaciones con el narcotráfico. A la ex Presidenta la sucedió Mauricio Macri, quien pese a su promesa de campaña «pobreza cero» no logró más que acentuar las dificultades económicas, debiendo acudir una vez más al FMI en busca de paliativos momentáneos. Actualmente, el gobierno de Alberto Fernández debe improvisar soluciones de apuro -sorprendido por una pandemia que no hace más que generar incertidumbre sobre sus consecuencias a nivel mundial- y hasta ahora no pudo plasmar líneas consistentes de gestión.
El recorrido por estos 37 años de democracia años marca como déficit principal la falta de una serie reformas efectivas (y sostenidas) del sistema productivo, y de las formas de distribución y de apropiación de riquezas en la Argentina. Sin embargo, las transformaciones de la política, y el surgimiento de nuevos movimientos, abren de la mano de la democracia otros caminos por desandar. Los que faltan, deben apuntar a la igualdad de oportunidades y a la consolidación de la paz social.
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