«El maestro debe caminar con una legítima rabia, con una justa ira, con una indignación necesaria, buscando transformaciones sociales.»

Los pobres y fracasados docentes según la ministra Acuña son los que desde hace ocho meses, sostienen el sistema educativo a pesar de todo y contra viento y marea. Fueron ellos, pobres y fracasados, los que se adaptaron rápidamente a la virtualidades. Fueron ellos quienes salieron a localizar a cada alumno, a informarse sobre cada situación de salud y de contexto.

Fueron esos mismos pobres y fracasados los que buscaron mantener el vínculo con los chicos, tratando de darle «algo de estabilidad» a la vida dentro de una situación inédita para todos. Para todos. Fueron los docentes los que triplicaron las horas de trabajo y buscaron de mil maneras mantener el vínculo y lograr la bendita continuidad pedagógica. Fueron los pobres y fracasados docentes los que pusieron su computadora, celular, luz, wifi, hasta privacidad del hogar. Ellos se mantuvieron comunicados, pasándose datos de los alumnos que no tenían para comer, padres que perdían su trabajo, chicos que perdían a sus padres por esta y otras patologías.

Fueron los docentes quienes han atendido mensajitos a las 10 de la noche, los que repartieron bolsones de comida en las escuelas. Y también los que hicieron cursos para ponerse el sistema al hombro.

Y, junto a ellos, en muchos casos, las familias propias y la de los alumnos.

Y en este contexto que alguien que ocupa un lugar tan importante diga lo que dijo, duele e irrita, por eso las innumerables reacciones y el repudio sostenido a sus dichos.

Dice Daniel Pennac, escritor y docente francés acerca de los maestros :“Estaban poseídos por la pasión comunicativa de su materia. Armados con esa pasión, vinieron a buscarme al fondo de mi desaliento y solo me soltaron una vez que tuve ambos pies sólidamente puestos en sus clases que resultaron ser la antecámara de mi vida”.

Y agrego quizá alguna «señora» no tuvo la suerte de conocer gente así y solo llegó a ser ministra de educación como Soledad Acuña que con sus dichos agravió a los docentes, a su elección y formación profesional y a la educación misma.

Y termino con una cita de Paulo Freire en Cartas a quien pretende enseñar: «Su tarea no se agota en la enseñanza de las matemáticas o la geografía. Su tarea exige un compromiso y una actitud en contra de las injusticias sociales. Luchar contra el mundo que los más capaces organizan a su conveniencia y donde los menos capaces apenas
sobreviven.

Donde las injustas estructuras de una sociedad perversa empujan a los ‘expulsados de la vida’.

El maestro debe caminar con una legítima rabia, con una justa ira, con una indignación necesaria, buscando transformaciones sociales.»