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Murió Guadalupe Ledesma: una militante ejemplar

La noticia de su muerte causó un profundo dolor en diferentes espacios políticos y sociales de la ciudad. Emblema en la lucha por al acceso a tierra y vivienda, participó de distintos espacios de militancia. El recuerdo desde una experiencia compartida. Y un gracias colectivo.

Publicado

Por Nicolás Grande

Hay veces que toca escribir una necrológica lejos de la frialdad del impersonal relato de una biografía que reseña el final de una vida ajena. Esta necrológica merece algo mucho más sentido, con la pasión a flor de piel como decidió enfrentar su vida la persona aquí reseñada. La noticia tristísima y sorprendente comenzó a circular este mediodía: falleció Guadalupe Ledesma, reconocida militante social y política de la ciudad. Tenía apenas 41 años.

Radicada en Luján desde hacía mucho tiempo, oriunda de Mercedes, fue una de las referentes del Movimiento de Trabajadores Comunitarios (MTC), luego reconvertido en el Movimiento Patria Grande, del que fue candidata a concejala. Alejada de ese espacio continuó con su incansable tarea social en diferentes barrios de la ciudad, bajo el paraguas de Habitar Luján y el centro comunitario Jugar y jugarse.

Lejos de los escritorios y de la comodidad, su lugar de pertenencia militante siempre fueron las barriadas olvidadas de una ciudad que tantas veces, y con sobrados argumentos, denunció como injusta. Quienes tuvimos el enorme placer de conocerla destacamos en ella una coherencia admirable entre el decir y el hacer. Intensa, apasionada, solidaria. El orden de los factores no altera el significado y grafica la magnitud de la pérdida. Sin haber querido ser nunca vanguardia de nada, su partida deja todavía más desprotegidos a quienes sufren mil privaciones, hasta las más elementales, en tantos barrios lujanenses que están ahí pero no siempre son observados.

Militó con el corazón y transformó en propio el dolor ajeno. Su persistencia organizada fue clave para que decenas de familias pudieran acceder en estos 15 años a la vivienda propia. Primero como referente en el barrio Villa del Parque, donde el MTC logró la instrumentalización de un plan habitacional. Por esos años la conocí, entre marchas frente a la Municipalidad y entrevistas en aquel obrador que se había levantado para la tan esperada y luchada obra. Era un torbellino de sentimientos. Y desde entonces mantuvimos una relación de afecto y respeto que fue creciendo con el paso del tiempo, hasta transformarse en una relación de amistad.

Su voracidad militante no cesó nunca y esto, a pesar de los logros que ayudó a concretar, siempre le hacía sentir sabor a poco. Tantas y grandes desigualdades sociales hacían humo cualquier felicidad pasajera, porque así como un puñado de vecinos podía acceder a un techo digno, miles seguían y siguen esperando. Esa era su pasión y su sentido de la urgencia que replicó cuando se chocó de llenó con el drama de las inundaciones. Vivía a varios kilómetros del río. El tema, como tantas otras veces, no era personal. Ella había experimentado y sufrido las pérdidas de las familias más vulneradas de Luján ante cada avance del agua. Por eso cada vez que comenzaba una lluvia más o menos intensa escribía a este periodista para saber en qué nivel se encontraba el río. Esas noches, probablemente, no dormía, imaginando los ranchos de chapa y cartón que tanto la enojaban, que tantas lágrimas le robaban cuando sus ocupantes recreaban sus historias de vida ante el grabador periodístico. Y enseguida pensar de qué manera y dónde se podía reclamar. Porque Guadalupe creía en el poder de la palabra, pero también en la acción con conciencia política.

Como integrante de la Comisión de Control y Seguimiento fue referente en la lucha por las viviendas para los inundados, una lucha que todavía espera llegar al definitivo buen resultado. También dio una mano importante en el barrio El Ombú de Pueblo Nuevo, cuyas familias, después de un proceso larguísimo, recibieron sus casas recientemente. Y participó de Barrios en Lucha.

Durante la pandemia no pudo con su genio solidario y organizó varias iniciativas de ayuda, como el reparto de cloro y elementos de limpieza entre los barrios cercanos a la ruta 192, o la entrega de golosinas para el Día del Niño.

Alguna vez, luego de una frustración militante, se me ocurrió sugerirle que se tomara un descanso y priorizara sus cosas. Una tontera mía. Ya hacía muchos años que ella había decidido vivir, especialmente, para los demás. Era un camino imposible de desandar, una elección de vida por la simple vocación de cambiar el mundo. Y si bien no cambió el mundo, sí la vida de muchas familias que hoy tienen un techo digno gracias al esfuerzo colectivo que la tuvo entre sus protagonistas principales.

Hoy es un día doloroso. Pero su ejemplo invita a comprometerse con un mañana donde el ladrillo reemplace al chaperío y al cartón, donde el hábitat justo no sea un privilegio sino un derecho concreto, donde el piberío disfrute de espacios públicos para su recreación. Esas eran las deudas sociales que la desvelaban, que le generaban bronca, pero también un profundo amor por la tarea de dar vuelta la tortilla.

Fuente: El Civismo

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