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Panorama político: novedades y preocupaciones de un inicio de campaña al rojo vivo

El inicio de la campaña bonaerense hizo surgir la versión más dura de María Eugenia Vidal, quien desde el vamos puso sobre la mesa que lo suyo pasará por colocar a Axel Kicillof como el polo opuesto de la versión bonaerense de la polarización, a la espera que el tibio crecimiento que insinuó Mauricio Macri se consolide y le permita expresar su propia competitividad electoral.

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ESCRIBE ANDRES LAVASELLI

El inicio de la campaña bonaerense hizo surgir la versión más dura de María Eugenia Vidal, quien desde el vamos puso sobre la mesa que lo suyo pasará por colocar a Axel Kicillof como el polo opuesto de la versión bonaerense de la polarización, a la espera que el tibio crecimiento que insinuó Mauricio Macri se consolide y le permita expresar su propia competitividad electoral. Pero del otro lado, esa novedad relativa buscar ser contrarrestada con otra, igual de parcial: la performance de Sergio Massa en sus territorios originales, donde parece aportar un plus de votos estratégico.

El arco temporal que va del domingo pasado hasta ayer, aunque breve, da cuenta de la estrategia de Vidal: lo transitó con un discurso que, en diversos formatos que van desde entrevistas hasta actos partidarios, puso el foco en Kicillof casi exclusivamente. En un tono confrontativo que la aleja de los modos que le motivaron el apodo de «Heidi», la gobernadora buscó correr de escena a Cristina Kirchner y vincular a su exministro, ahora principal rival, con La Cámpora y Máximo Kirchner. Es una retórica que encuentra su fundamento en los niveles de imagen pública de cada quien.

Eso se combinó con esfuerzo por «mostrar la gestión», obsesión de Vidal para la que sumó a la campaña hasta a los que no son candidatos, un scrum de ministros propios y funcionarios nacionales que cruzaron con datos planteos de la oposición. La intensidad que muestran (que en el caso de los vínculos entre La Cámpora y la droga se transformó en derrape) está en línea con la percepción de que en las PASO se transformaron, por imperio de la hiperpolarización, en una primera vuelta que no solo ordena el voto útil opositor sino que podría activar una licuación del oficialismo.

En un aparte sin periodistas previo al lanzamiento de ayer en La Plata, el jefe de Gabinete provincial, Federico Salvai, explicó que un trabajo central de la campaña consistirá en intentar elevar el nivel de participación histórico en las primarias, que siempre es inferior al de la general. Es una tarea compleja para una fuerza política que tildó de «inútiles» y «caras» a esas elecciones toda vez que pudo, pero es importante: cuanto más voten, más fácil quebrar el piso de 5 puntos considerado «irremontable» en el lapso que media entre agosto y octubre, razonan en La Plata.

Hay dos datos numéricos que explican ese énfasis. Kicillof –según testeos coincidentes en ambos márgenes de la grieta- está elevando el porcentaje de voto que retiene de CFK. Ya era alto, pero ahora lo es más. Y al mismo tiempo, la mejora en los índices de Macri, al menos en territorio bonaerense, aún es tan incipiente que Vidal sigue necesitando claramente que exista un corte de boleta tan excepcional como el de 2015 –unos 7 puntos- si quiere asegurarle el resultado de octubre frente al exministro de Economía.

Es cierto que, adoctrinado por Jaime Durán Barban, Juntos por el Cambio tiene una cierta predilección por «correr de atrás» las carreras por las urnas, al punto en que ha llegado a filtrar encuestas en que aparecía peor de lo que realmente estaba para activar a su tropa. Sin embargo, no parece ser este el caso: más de un intendente, por lo bajo, expresa su preocupación porque «Mauricio no levanta lo suficiente». Tal vez esa sea la rezón del enjundia de Macri al recordarles, en el acto de La Plata, que no habrían hecho «ni el 10» sin él y la gobernadora. Traducción: no se les ocurra cortar boleta para salvarse.

Massa, el aportante
En el Instituto Patria, uno de los tres núcleos de los que emana la estrategia del Frente de Todos, saben que la campaña –su formato, el discurso de Kicillof- arrancó con cuestionamientos, pero concentran la mirada en otro punto: el aporte de Massa. «Está dando lo que tenía que dar, lo que motivó que lo trajéramos», dicen. Se refieren a que el tigrense, y su red, mejoraron la perfomance en dos territorios clave: la primera sección del Conurbano, los distritos de clase media para arriba del norte de la CABA y algunas zonas de las quinta, en la costa atlántica.

Los intendentes del Frente Renovador son, según creen allí, parte de la razón de esa perfomance, que juzgan importante porque revierte déficits de 2017. Sobre todo en la primera, donde que según indican entusiasmados pasaron de perder a estar empatados. Si fuese así, ayudaría a Kicillof a blindar el Conurbano, ya que la tercera sección, CFK mediante, parece inexpugnable. Como en el oficialismo, en este espacio también hay ruidos, que tal como se contó acá tiene que ver con lo «artesanal» de la campaña de Kicillof. También, con su discurso excesivamente centrado en la economía.

La dificultad es la «amalgama» –es la palabra que usan- entre diversos sectores, todos con ideas diferentes de qué hacer y decir, sin ninguna autoridad que ordene. Ni el propio Alberto Fernández, en cuyo entorno comenzó a cundir la preocupación por la situación (y por cierto «triunfalismo» en La Cámpora) parece tener todavía la solución.

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