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Raúl Di Fiori: Un diácono permanente en Junín

Ayuda en la parroquia al sacerdote, asistiéndolo en las misas, predicando en las homilías, celebrando bautismos y casamientos, y sobre todo sirviendo de modo especial a los más necesitados.

Publicado

Por Redacción Grupo La Verdad

Para ayudar a los obispos y a los sacerdotes, la Iglesia instituyó en la época de los Apóstoles a hombres casados, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, a quienes llamó diáconos.

Un 10 de agosto del año 258, en el contexto de las persecuciones de los emperadores contra los cristianos, fue martirizado en Roma sobre una parrilla un joven de 33 años llamado Lorenzo. Con el tiempo fue reconocido por la Iglesia como San Lorenzo, patrono de los diáconos.

En la actualidad, sigue habiendo en la Iglesia diáconos, que suelen estar casados, con familia e hijos, y al mismo tiempo ayudan en las parroquias a los sacerdotes asistiéndolos en las misas, predicando en las homilías, celebrando bautismos y casamientos, y sobre todo sirviendo de modo especial a los más necesitados.

En Junín hay, por el momento, un único diácono permanente. Y con motivo del día de los diáconos queremos presentarlo para que la comunidad pueda conocerlo y saber un poco más de su vida y su vocación. Su nombre es Raúl Di Fiori.

Raúl nació y se crió en Junín. “Me crié en el barrio de la Escuela 24 y el Colegio Industrial, y estudié en ambas instituciones educativas”.

Es esposo y padre de familia: “Mi esposa es María Susana Patiño, nuestros hijos son Gastón, Pablo, Martina y Julieta y tenemos tres nietos, Alma, Francesco y Camila. Nos conocimos en una disco que se llamaba Lancelot”.

Como los diáconos permanentes tienen que tener un oficio o trabajo con el que sustentar a su familia, también Raúl lo tiene.

“Soy Técnico Electromecánico, Licenciado en Análisis de Sistemas y realicé la formación docente para el nivel secundario. Trabajé en IBM Argentina hasta 1998 y luego, aquí en Junín, como profesor en las dos escuelas técnicas, el Industrial y las Patricias Argentinas y fui director del Colegio Parroquial Secundario San José. Actualmente estoy jubilado”.

La primera vocación que tiene Raúl es la matrimonial. Para Raúl el matrimonio y la familia “es don de Dios y obra de los esposos, es un tesoro. Se sostiene con amor, tolerancia, compañerismo, alegría, mucho compromiso y disponibilidad. Para los hijos es la escuela de valores por excelencia. Por todo esto, es una «vocación», una «entrega»”.

Nos cuenta también cómo fue su camino de fe y de compromiso con la Iglesia: “Siempre tuve mucha interioridad y contemplación de la maravillosa obra de Dios, y pude armonizar bien mi vocación tecnológica con la fe. San Juan Pablo II me cautivó, y a través de su pontificado, su testimonio y sus escritos me condujo al camino que sigo, el del servicio en la Iglesia en el mundo, y en la hermosa familia que hemos formado con Susana”.

Raúl nos señala cómo surgió la idea del diaconado en su vida.

“En 2013, el padre Roberto Giovanettone, por entonces párroco de San José, me sugirió empezar la formación, pues esta se iniciaba en nuestra diócesis. Tuvimos varios encuentros de orientación y discernimiento y luego arrancamos. Pero la vocación de servicio nació y se fortaleció junto con Susana, criando nuestros hijos y atendiendo nuestros mayores”.

Nos cuenta cómo lo tomó su familia: “Nosotros como familia nos acompañamos en las opciones que hacemos, pues nos tenemos confianza. La que siempre estuvo más cerca es Susana, que está muy contenta. Creo que ven muy normal que sea diácono. Tuvimos la alegría de que bauticé a nuestra nietita más chica, Camila”.

Para ser diácono tuvo que formarse en Chacabuco. “Fueron organizadas una comisión en Mercedes y otra en Chacabuco. Allí cursamos seis candidatos, en San Isidro Labrador, con el P. Eduardo Ceres, el Diác. Mario Barquero, los seminaristas Mariano Fritz y Federico Leberman, Federico Telles, el P. Lucas Jerez, el P. Carlos Olguin, y el P. Norberto Chirigliano y el P. Víctor Roncati”.

Así recuerda el día de su ordenación diaconal: “Fui ordenado Diácono el 16 de marzo de 2019 en la Parroquia San José, por Monseñor Agustín Radrizzani. Me revistieron el P. Javier Sanchez y el P. Diego Celay. Estaban presentes mi familia y la comunidad y muchos hermanos curas. Fue un momento inolvidable y muy conmovedor”.

Al igual que los sacerdotes, los diáconos permanentes son destinados a una parroquia para ejercer allí, en colaboración con el Párroco, su servicio eclesial: “Mi destino pastoral es la Parroquia San José y sus dos capillas, Virgen Niña y Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás, cuyo párroco es el P. Javier Sánchez, con quien trabajo y celebramos, en el seno de esas comunidades, cada una con sus notas particulares. Sin descuidar mi diaconía en la familia. ¡Sobre todo con los nietos!”.

Raúl nos comparte cuáles son sus actividades en la Parroquia: “Hago mi tarea diaconal en misa, predico el evangelio, celebro bautismos y matrimonios, trabajo en Caritas San José y en general hago todo aquello que el P. Javier me encarga”.

En este tiempo especial de cuarentena por la pandemia de Covid-19, Raúl nos quiere dejar su mensaje, “Un mensaje de esperanza, pues estamos aprendiendo a cuidarnos entre todos, a ver que la salud es muy valiosa y que el amor es imprescindible. Tengamos confianza en nuestros profesionales de la salud y recemos por ellos”.

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